martes, 27 de julio de 2010

Trampa

Marina siempre fue una persona muy amigable. Le encantaba salir con sus amigos sin importar el lugar: boliches, plazas y bares eran sus preferidos. Si bien no tomaba mucho alcohol, cuando lo hacía hablaba con cualquiera que se le cruzara y, al amanecer, era común verla en un estado deplorable.
Para el 20 de julio, ella y sus cinco amigas, fueron a festejar su día al boliche The End de Flores. Antes se juntaron en el bar que está en la esquina de Rivadavia y Emilio Lamarca para hacer lo que se denomina como "previa" (tomar antes de entrar). Después de cinco vasos de fernet comenzó a sentirse bastante mareada. Igualmente no le importó mucho, por lo que siguió consumiendo. Cuando entraron al boliche sentía un gran malestar pero eso no le impedía hablar y relacionarse con la gente que allí estaba. En un rincón encontró a un hombre que le gustó y estuvo charlando alrededor de dos horas con él. Se llamaba Anibal, tenía 36 años y trabajaba de administrativo. En un momento, él le dijo:
- ¿No querés que vayamos a un lugar más tranquilo?
- No sé, no acostumbro a irme con flacos que conozco en un boliche. Aparte están mis amigas y no quiero dejarlas.
- Dale, yo no te voy a hacer nada. Tus amigas deben estar con otros.
Conociendolas, sabía que eso probablemente fuera cierto. Entonces accedió a irse con Aníbal. Llegaron a un departamento de Barrio Norte y comenzaron a besarse y acariciarse. Luego tuvieron sexo y, después de un rato, ella le pidió que la llevara a la casa para no preocupar a la familia. En ese instante sintió que abrieron la puerta principal.
- ¿Estás esperando a alguien?
- Estamos esperando a alguien, contestó él.
Otro hombre entró a la habitación y tras golpear y abusar de Marina, la amordazó, le vendó los ojos y la ato de pies y manos. Luego la metieron al baúl de un auto y anduvieron más de mil kilómetros hasta la ciudad de Bella Vista, en Corrientes. Actualmente, la mujer es obligada a prostituirse en un cabaret ubicado en el medio de la Ruta Nacional 12, y en ese mismo lugar es donde vive. La familia aún la sigue buscando y, por supuesto, desconocen que fue involucrada en una red de trata de personas.

martes, 20 de julio de 2010

Condena (segunda parte)

Hace cinco años que Rodrigo Jerez permanece en el penal de Marcos Paz, luego de que lo condenaran por el asesinato de Renata Morales, crimen que no cometió. Si se le reconoce la buena conducta, como mínimo en siete años puede tener la libertad condicional. Su estadía allí es deplorable. Duerme en una celda junto a otro prisionero con el que no se lleva para nada bien. Se llama Ricardo Guerci y está preso por haber asesinado a su hermano de 200 puñaladas. Entre ellos, las discusiones crecen con el correr de los días. Ricardo no se banca que a Rodrigo lo vayan a visitar y le lleven ropa y comida, mientras que él está totalmente solo. Por las noches suele robarle algunas pertenencias más allá de que las necesite o no con tal de molestarlo. Encima, el capo del pabellón es íntimo amigo de Guerci, por lo que Rodrigo sabe que si llega a hacer algo puede tener serios problemas. Encima, cada vez que se va a dormir vuelve a recrear en su cabeza la situación de esa trágica noche en la que encontró a Renata muerta en el piso, lo que provocó su procesamiento.
La relación entre los compañeros de celda llegó a su punto límite. En la cena, Ricardo se le acercó a Rodrigo y le dijo:
- En media hora te espero en el patio. Llevá algo para defenderte porque hoy no te salvás.
- No entiendo nada. Yo no quiero ni voy a pelear con vos.
- Haceme caso si no querés salir con las patitas para adelante, ¿me entendiste?
Asustado, no sabía qué hacer. En ese momento, Matías, su único amigo, lo llamó porque quería hablar con él:
-¿Qué te dijo?
- Que en un rato vaya al patio y que llevara algo para pelear. Este me mata.
- Quedate tranquilo. Yo tengo algo para que luches. Vení conmigo.
Los dos se dirigieron a la celda de Matías, quien le entregó a su compañero un objeto metálico con una punta muy filosa.
- Esto te va a servir para que no te joda más.
- Pero yo no quiero lastimar a nadie.
- Es la vida de él o la tuya.
Rodrigo salió al patio. Allí se había formado una ronda de prisioneros y, en el medio de ella, esperaba Ricardo con una faca en la mano derecha. El enfrentamiento comenzó con un corte de Rodrigo en la mano derecha de su rival. Pero este no se iba a quedar atrás ya que le haría un tajo en un muslo. Si bien caminaba con dificultad, esto no le impedía seguir con la contienda, más allá de que estaba perdiendo mucha sangre. En un descuido, tras un forcejeo, Ricardo le dio un puntazo en el estómago y Rodrigo cayó al piso. Ahí, su contrincante aprovechó para darle otros más en esa zona y en sus piernas y brazos, hasta que los otros presos lo alejaron. Rodrigo murió desangrado a pesar de los intentos de reanimación de los médicos del penal. Así finalizó su vida, en una cárcel por error y asesinado por celos.