viernes, 12 de febrero de 2010

Relatos a la noche de vacaciones

Les informo que el blog no se actualizará hasta el 2 de marzo por vacaciones. Espero sepan disculpar y entender.

A su vez, quiero agradecer a todos los lectores porque luego de un mes y medio de haber comenzado este proyecto ya superó las 1000 visitas!!!!!!!

A partir de marzo verán la luz nuevas historias que merecen ser contadas.

Muchas gracias.

Relatos a la Noche.

martes, 9 de febrero de 2010

Esperanza

La vida de Mariana nunca fue como la de los demás. Había nacido con una enfermedad en la piel que hacía que no pudiera estar expuesta al sol, ya que sino se llenaba de marcas y ronchas rojas por todo su cuerpo. Fue a miles de médicos, pero todos coincidían en que ese mal no tiene cura ni se puede tratar, por lo que iba a tener que vivir así. Cada vez que salía tenía que ponerse mucha ropa, una gorra y lentes. Cuando era chica e iba al colegio era sinónimo de todo tipo de burlas por parte de sus compañeros. Nadie se le quería acercar creyendo que lo que tenía era contagioso, por más que no lo fuera. Su casa era el único refugio en el que se encontraba tranquila y lejos de todo lo que la perturbaba. Allí se sentaba a leer cuentos y poemas. Sus autores favoritos eran Julio Cortazar, Jorge Luis Borges, Alfonsina Storni y Gabriel García Márquez.
Con esa realidad atípica fue superando obstáculos. Terminó el primario y secundario y comenzó a estudiar abogacía en la Universidad de Buenos Aires. Lo que más dificultad le generó fue encontrar trabajo. En ningún lado la querían tomar cuando conocían su enfermedad. Por supuesto, siempre le decían el ya conocido "Bueno, nosotros cualquier cosa te llamamos", pero nunca lo hacían. En algunas entrevistas la miraban raro y la trataban con cierta distancia. Ella estaba acostumbrada a eso, pero era inevitable sentir ese dolor en el pecho cada vez que se afrontaba a un nuevo acto de discriminación. En una ocasión, al salir de una oficina, escuchó cómo una persona le decía a otra:
- No podemos contratar a alguien enfermo, porque después va a querer venir a sacarnos plata si le pasa algo en horario de trabajo.
- Claro. Se aprovechan de lo que tienen para beneficiarse ellos.
Nadie entendía por el sufrimiento que pasaba Mariana. Ni siquiera sus padres. El dolor era pura y exclusivamente suyo.
Unas vacaciones se fueron a Mar del Plata para que ella conociera el mar. Hay que destacar que nunca había salido de la Capital Federal porque le daba mucha tristeza no poder disfrutar de las actividades al aire libre como los demás. Por supuesto que fueron a la playa de noche, momento en el que ella podía liberarse de la gorra y los anteojos. Cuando se sentó en la arena sintió una paz que nunca había experimentado. Quería que ese fuera su lugar y pasar allí el resto de su vida. La sonrisa que se le marcó en el rostro cuando mojó sus pies con el agua del mar nunca había sido vista por sus padres hasta entonces. Así estuvieron un rato hasta que todos se fueron al departamento a dormir. Mariana esperó que sus familiares estuvieran acostados para ponerse las zapatillas y regresar a la playa. Volvió a sentarse en la arena y comenzó a pensar en su vida, en lo difícil que había sido y en que no quería sufrir más. Por eso, comenzó a caminar hacia el mar lentamente y sin mirar para atrás. Así fue como se hundió en la inmensidad del agua e hizo de ese lugar, su lugar.

martes, 2 de febrero de 2010

Fantasía

Era el último día de vacaciones en la costa. Martín, Juan y Hernán fueron a bailar a Pueblo Límite para festejar el cierre de una semana de descanso en Villa Gesell. Habían tomado como nunca y a eso le agregaron algún que otro cigarrillo de marihuana, por lo que su estado era de euforia pura. Entraron a las 2 de la mañana a la pista principal y se quedaron ahí porque les gustaba el ambiente y la música que pasaban. En un momento, Martín se acercó a una chica y comenzaron a hablar. Luego de un rato se besaron y ella le hizo una propuesta:
- ¿No querés venir a mi departamento? Estoy sola porque mis viejos llegan recien mañana.
- Bueno dale, pero esperá que les aviso a mis amigos.
Luego de hablar con los chicos, salieron de allí, tomaron el colectivo y fueron hasta la vivienda ubicada en la intersección de las calles 3 y 126. Entraron a la casa y comenzaron a besarse con una pasión que aumentaba a cada segundo. Empezaron a desvestirse en el sillón y luego pasaron a la habitación.
- Me encantaría atarte a la cama. Es una fantasía que me gustaría cumplir - propuso ella
- Uh estaría buenísimo.
Lo desnudó, ató sus pies y manos a la cama y le tapó los ojos. Comenzó a besar todo su cuerpo y luego de un rato tuvieron sexo. Cuando terminaron, la mujer se cambió rapidamente, tomó la ropa de Martín, con sus pertenencias dentro, y escapó del lugar.
Él comenzó a llamar a su amante casual:
- Carolina, Carolina, ¿Dónde estás?.
Pero nadie respondió. Se desesperó y trató de soltarse pero estaba muy sujetado a las cuerdas, por lo que su intento fue inútil. Encima, a las 10 de la mañana salía su micro a Capital Federal.
A las 8, alguien abrió la puerta. Martín creyó que era Carolina, pero escuchó una voz masculina.
- Uh, debe ser el padre - pensó.
En realidad era el propietario del departamento. Ingresó a la habitación, vio al muchacho atado a la cama y pensó que se trataba de un ladrón que había sido capturado.
- Por favor, me engañaron. Estuve con la chica que ocupaba esta casa. Ella fue la que me ató y después se llevó todas mis cosas.
- ¿Y cómo se yo que vos en realidad no entraste a robar y la chica te ató para que yo te encontrara y te denunciara?
- Eso depende de usted. Le juro que en mi vida robé nada.
- Yo voy a revisar. Si llega a faltar algo lo vas a pagar vos.
El dueño revisó y se dio cuenta que todo estaba en su lugar. Así, soltó a Martín, quien luego pudo llamar a uno de sus amigos para que lo fuera a buscar. De Carolina nunca más supo nada. Le pidió el teléfono al encargado, pero cuando llamó el número no existía. En realidad sus padres ya habían abandonado la casa y ella, cuando escapó, fue a dejarle la llave al propietario. A Martín tan sólo le quedará un amargo recuerdo del final de sus vacaciones.