Era el último día de vacaciones en la costa. Martín, Juan y Hernán fueron a bailar a Pueblo Límite para festejar el cierre de una semana de descanso en Villa Gesell. Habían tomado como nunca y a eso le agregaron algún que otro cigarrillo de marihuana, por lo que su estado era de euforia pura. Entraron a las 2 de la mañana a la pista principal y se quedaron ahí porque les gustaba el ambiente y la música que pasaban. En un momento, Martín se acercó a una chica y comenzaron a hablar. Luego de un rato se besaron y ella le hizo una propuesta:
- ¿No querés venir a mi departamento? Estoy sola porque mis viejos llegan recien mañana.
- Bueno dale, pero esperá que les aviso a mis amigos.
Luego de hablar con los chicos, salieron de allí, tomaron el colectivo y fueron hasta la vivienda ubicada en la intersección de las calles 3 y 126. Entraron a la casa y comenzaron a besarse con una pasión que aumentaba a cada segundo. Empezaron a desvestirse en el sillón y luego pasaron a la habitación.
- Me encantaría atarte a la cama. Es una fantasía que me gustaría cumplir - propuso ella
- Uh estaría buenísimo.
Lo desnudó, ató sus pies y manos a la cama y le tapó los ojos. Comenzó a besar todo su cuerpo y luego de un rato tuvieron sexo. Cuando terminaron, la mujer se cambió rapidamente, tomó la ropa de Martín, con sus pertenencias dentro, y escapó del lugar.
Él comenzó a llamar a su amante casual:
- Carolina, Carolina, ¿Dónde estás?.
Pero nadie respondió. Se desesperó y trató de soltarse pero estaba muy sujetado a las cuerdas, por lo que su intento fue inútil. Encima, a las 10 de la mañana salía su micro a Capital Federal.
A las 8, alguien abrió la puerta. Martín creyó que era Carolina, pero escuchó una voz masculina.
- Uh, debe ser el padre - pensó.
En realidad era el propietario del departamento. Ingresó a la habitación, vio al muchacho atado a la cama y pensó que se trataba de un ladrón que había sido capturado.
- Por favor, me engañaron. Estuve con la chica que ocupaba esta casa. Ella fue la que me ató y después se llevó todas mis cosas.
- ¿Y cómo se yo que vos en realidad no entraste a robar y la chica te ató para que yo te encontrara y te denunciara?
- Eso depende de usted. Le juro que en mi vida robé nada.
- Yo voy a revisar. Si llega a faltar algo lo vas a pagar vos.
El dueño revisó y se dio cuenta que todo estaba en su lugar. Así, soltó a Martín, quien luego pudo llamar a uno de sus amigos para que lo fuera a buscar. De Carolina nunca más supo nada. Le pidió el teléfono al encargado, pero cuando llamó el número no existía. En realidad sus padres ya habían abandonado la casa y ella, cuando escapó, fue a dejarle la llave al propietario. A Martín tan sólo le quedará un amargo recuerdo del final de sus vacaciones.
- ¿No querés venir a mi departamento? Estoy sola porque mis viejos llegan recien mañana.
- Bueno dale, pero esperá que les aviso a mis amigos.
Luego de hablar con los chicos, salieron de allí, tomaron el colectivo y fueron hasta la vivienda ubicada en la intersección de las calles 3 y 126. Entraron a la casa y comenzaron a besarse con una pasión que aumentaba a cada segundo. Empezaron a desvestirse en el sillón y luego pasaron a la habitación.
- Me encantaría atarte a la cama. Es una fantasía que me gustaría cumplir - propuso ella
- Uh estaría buenísimo.
Lo desnudó, ató sus pies y manos a la cama y le tapó los ojos. Comenzó a besar todo su cuerpo y luego de un rato tuvieron sexo. Cuando terminaron, la mujer se cambió rapidamente, tomó la ropa de Martín, con sus pertenencias dentro, y escapó del lugar.
Él comenzó a llamar a su amante casual:
- Carolina, Carolina, ¿Dónde estás?.
Pero nadie respondió. Se desesperó y trató de soltarse pero estaba muy sujetado a las cuerdas, por lo que su intento fue inútil. Encima, a las 10 de la mañana salía su micro a Capital Federal.
A las 8, alguien abrió la puerta. Martín creyó que era Carolina, pero escuchó una voz masculina.
- Uh, debe ser el padre - pensó.
En realidad era el propietario del departamento. Ingresó a la habitación, vio al muchacho atado a la cama y pensó que se trataba de un ladrón que había sido capturado.
- Por favor, me engañaron. Estuve con la chica que ocupaba esta casa. Ella fue la que me ató y después se llevó todas mis cosas.
- ¿Y cómo se yo que vos en realidad no entraste a robar y la chica te ató para que yo te encontrara y te denunciara?
- Eso depende de usted. Le juro que en mi vida robé nada.
- Yo voy a revisar. Si llega a faltar algo lo vas a pagar vos.
El dueño revisó y se dio cuenta que todo estaba en su lugar. Así, soltó a Martín, quien luego pudo llamar a uno de sus amigos para que lo fuera a buscar. De Carolina nunca más supo nada. Le pidió el teléfono al encargado, pero cuando llamó el número no existía. En realidad sus padres ya habían abandonado la casa y ella, cuando escapó, fue a dejarle la llave al propietario. A Martín tan sólo le quedará un amargo recuerdo del final de sus vacaciones.
No acabó tan mal.
ResponderEliminarUn polvo y una anecdota... un campeon!.
ResponderEliminarLo que tendría que haber echo el flaco es pedirle al dueño del depto. el teléfono de la casa de los padres de la mina. Buscar en www.telexplorer.com.ar la dirección y le cae a Carolina de sorpresa. Ahi se mea la bombaha la loca...
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