Germán y Sasha eran inseparables. Se habían conocido en el año 2008 en la fiesta de César, un amigo en común, y desde ese día iban juntos a todos lados. Tomaban clases de Yoga, salían a correr y andar en bicicleta por los bosques de Palermo, iban al cine los fines de semana. Estaban tan unidos que parecían una sola persona. Incluso se habían mimetizado en su manera de hablar.
Dos años después de conocerse decidieron irse a vivir juntos a un departamento en Caballito, el cual, si bien era un monoambiente muy chico, resultaba suficiente para que pudieran tener una vida muy feliz, más allá de que sabían que no iban a quedarse allí para siempre. Habían comprado un perro caniche toy al que llamaron "Mick", por su fanatismo por los Rolling Stones. La vida no podía ser más perfecta siempre que se tuvieran el uno al otro.
Germán estaba dispuesto a pedirle a Sasha que se casara con él y la mejor manera de hacerlo era llevarla al planetario (su lugar preferido) y allí hacerle la propuesta. Así fue. Una noche estrellada era el mejor contexto para tan importante pregunta. Ella no entendía por qué estaban ahí. El se arrodilló y se animó. Ella no dudó ni un momento y aceptó. El casamiento se realizó el 24 de junio de 2013 en una quinta en Ezeiza y la fiesta fue tal como lo soñaron.
Al volver de la luna de miel, Sasha cambió de trabajo porque le ofrecieron un puesto mejor en una empresa como administrativa. Allí conoció a Esteban, quien en un principio fue su amigo, pero con el pasar de los días la relación fue cada vez más íntima. Incluso, había dejado las clases de yoga y ya no estaba tan pegada a Germán como antes, lo que despertó cierta sospecha en él.
- ¿Te pasa algo que ya no compartís tanto tiempo conmigo?
- Si estamos siempre juntos, no me asfixies Germán.
Sasha se había dado cuenta de que su marido era muy dependiente y eso comenzó a cansarla. Por eso decidió comenzar una relación paralela con Esteban, quien era muy diferente: tenía su propia empresa, su casa, auto y estaba soltero. La adrenalina de escaparse para encontrarse con él la llenaba de vida, aunque tenía miedo de que se pudiera descubrir todo.
Un martes a la noche, ella llamó a su marido y le dijo que se quedaría trabajando hasta tarde. Como Germán no le creyó, la esperó a escondidas y al ver que salía con su amante comenzó a seguirlos. Cuando llegaron a la casa de Esteban y bajaron del auto, él los golpeó a los dos con una madera y los metió adentro de la vivienda. Luego de un rato se despertaron atados en dos sillas y con dos repasadores en sus ojos. Sin poder ver nada escucharon a Germán, quien les dijo:
- Como a ustedes les gusta jugar con fuego, yo voy a hacer que ardan.
En ese momento, tomó unas botellas de alcohol que tenía Esteban y comenzó a rociar todo el lugar y a ellos. Prendió un fósforo, lo tiró al piso y salió corriendo mientras la casa estaba en llamas.
Sasha y Esteban fallecieron carbonizados en el acto. La policía estuvo buscando a Germán durante varias semanas y finalmente lo capturaron cuando trataba de escapar a Bolivia por la frontera. Actualmente espera el juicio en el penal de Olmos.
miércoles, 23 de abril de 2014
miércoles, 9 de abril de 2014
Encuentro
Ir a la cancha a ver a Argentinos Juniors era la pasión de Miguel. Estar en la popular cantando mientras el equipo jugaba lo hacía más feliz que cualquier otra cosa en el mundo. Había dejado de asistir a cumpleaños, casamientos y otras reuniones familiares para seguir al "Bicho" a todos lados.
Proveniente de una familia pobre, vive en una pensión con su mujer Lorena y su hijo de 4 años, Martín. Trabajaba de 7 a 21 en una fábrica de repuestos para poder llevar todos los días el pan a la mesa, mientras Lorena se quedaba cuidando al chiquito. Su máximo sueño era poder comprarse una casa porque ya no soportaba más a la gente de la pensión, sobre todo a la dueña que había tratado de echarlos en reiteradas ocasiones. Para ir a la cancha no gastaba dinero, ya que tenía amigos en la barrabrava y lo dejaban entrar con ellos.
El Sábado 25 de agosto de 2012 a las 20.30 hs, Argentinos Jrs. jugó en La Paternal contra Godoy Cruz y Miguel se encontró con sus amigos en la plaza que está en Boyacá y Juan B. Justo para ir todos juntos. Con uno de ellos, Carlos (Alias "Pupi") había tenido algunos problemas en el pasado respecto a una deuda de plata por un negocio frustrado. Si bien pudieron resolverlo, la relación nunca quedó bien. Esa tarde, mientras caminaban, "Pupi" comenzó a increparlo diciéndole que si quería seguir entrando al estadio debía comprometerse más con la barra y concurrir a las reuniones de los martes. Con tal de no quedarse afuera, y como sabía que la plata no le alcanzaba para comprarse una entrada, Miguel dijo que sí.
Finalmente, llegaron a la cancha y comenzó el partido. Mientras la hinchada cantaba, él notaba que Pupi no le sacaba la mirada de encima y varios compañeros suyos tampoco. Sin embargo, prefirió no darse por aludido y seguir observando el encuentro. Argentinos Jrs. le ganó a Godoy Cruz por 2-1 y ese era un buen motivo para que fueran todos a festejar a algún bar. Cuando Miguel salió del recinto, lo único que sintió fue una trompada en el rostro, la cual hizo que se desmayara. Al despertarse se halló frente a frente con "Pupi" (quien tenía un cuchillo en la mano) en el medio de la plaza de Boyacá. Como no tenía nada como para poder defenderse salió corriendo para que no lo mataran. A las pocas cuadras, en Luis Viale y Artigas lo alcanzaron y lo tiraron al piso. Le pegaron patadas y trompadas en la cabeza y en el pecho. Carlos le clavó dos puñaladas en la espalda al grito de "esto les pasa a los giles que me quieren cagar guita" y todos huyeron de allí dejando a Miguel tirado en el piso. Una vecina que vio la situación llamó a la policía y a la ambulancia pero prefirió no salir de su casa para que no la interrogaran.
Estuvo internado por varias semanas en el hospital Velez Sarsfield del cual salió postrado en una silla de ruedas, ya que uno de los puntazos lo dejó paralítico.
"Pupi" hoy sigue libre porque no hubo testigos que lo culparan por lo sucedido. Miguel nunca más volvió a la cancha.
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