Hay días en que las cosas salen mal y parecen no tener solución. ¿Quién no tuvo esa sensación de querer que pasen las 24 hs de una vez para que cambie la realidad? A Maxi le pasó varias veces, pero la última vez fue diferente al resto. Se levantó a las 7 de la mañana y se metió a bañar. Mientras se lavaba la cabeza vio como la presión del agua de la ducha disminuyó hasta acabarse completamente. Como pudo se sacó el jabón del pelo y se secó. Desayunó y se despidió de su mujer quien a la tarde tenía que ir al médico porque no se sentía muy bien desde hacía varios días. Salió de su casa hacia la empresa de seguros donde trabaja, y mientras estaba parado en un semáforo con el auto lo chocó un Duna Bordó de atrás. Si bien el impacto no fue grande, se le hundió un poco el baúl. Igualmente en la oficina iba a hacer el trámite para arreglarlo. Para colmo de males, y con el tiempo que le llevó tomarle los datos al otro chofer, llegó tarde a su labor por lo que fue reprendido por su jefe. Sentía que las cosas no podían salirle peor, pero el día recién comenzaba.
Cuando se sentó en su escritorio y prendió la computadora vio que tenía un correo con una lista de 20 vehículos a los que les había tomado mal la patente por lo que no se les podría tramitar la póliza. Por eso tuvo que llamar cliente por cliente para comunicarles que debían acercarse a la empresa a firmar los papeles que iban a ser corregidos. "Para qué me levanté de la cama", pensó mientras el sexto comprador lo maltrataba por hacerle perder el tiempo al ir hacia allá. A esto había que sumarle la disputa con sus compañeros por ver quién era el que más trámites gestionaba para cobrar mayor comisión. Como él era uno de los primeros, sus pares le tenían envidia y prácticamente no lo saludaban. La situación no era para nada cómoda, pero se la tenía que bancar sabiendo lo duro que está conseguir un trabajo bien pago.
Al salir de allí comenzó a pensar en su mujer. Esperaba que sus malestares no fueran nada grave ya que no quería recibir malas noticias, y menos con el día que tenía. Pasó a dejar el auto en el taller y cuando estaba a punto de llegar se dio cuenta de que se había olvidado la billetera arriba del escritorio con los papeles que tenía que entregarle al mecánico. Tuvo que volver a la oficina a buscar todo porque sino no le iban a arreglar el vehículo y además sabía que corría riesgo de perder la plata y los documentos. Una vez que los recuperó dejó el coche y se tomó un taxi hacia su casa. Encima el taxista se perdió y lo llevó por cualquier camino, por lo que el viaje le salió el doble de precio. Cuando finalmente llegó ya eran las 9 de la noche. Su esposa lo recibió y le dijo con los ojos llenos de lágrimas:
- Hay algo que quiero contarte.
- Tiene que ver con tus malestares, ¿no? (Ella asintió con la cabeza). ¿Qué te dijeron? ¿Es algo grave? ¿Tenés que hacer algún tratamiento?
- (Ella lo interrumpió) Estoy embarazada.
Habían estado dos años buscando un hijo sin poder lograrlo. Hasta estuvieron pensando en la adopción como posibilidad, más allá de que Maxi quería seguir intentando porque tenía fé de que iban a poder conseguirlo. A él se le iluminó la cara y no podía dejar de sonreir. Abrazó inmediatamente a su mujer y, mientras lo hacía, pensó que por más terrible que haya sido su día, esa noticia opacaba todo lo malo y lo convertía en uno de los más felices de toda su vida.
Cuando se sentó en su escritorio y prendió la computadora vio que tenía un correo con una lista de 20 vehículos a los que les había tomado mal la patente por lo que no se les podría tramitar la póliza. Por eso tuvo que llamar cliente por cliente para comunicarles que debían acercarse a la empresa a firmar los papeles que iban a ser corregidos. "Para qué me levanté de la cama", pensó mientras el sexto comprador lo maltrataba por hacerle perder el tiempo al ir hacia allá. A esto había que sumarle la disputa con sus compañeros por ver quién era el que más trámites gestionaba para cobrar mayor comisión. Como él era uno de los primeros, sus pares le tenían envidia y prácticamente no lo saludaban. La situación no era para nada cómoda, pero se la tenía que bancar sabiendo lo duro que está conseguir un trabajo bien pago.
Al salir de allí comenzó a pensar en su mujer. Esperaba que sus malestares no fueran nada grave ya que no quería recibir malas noticias, y menos con el día que tenía. Pasó a dejar el auto en el taller y cuando estaba a punto de llegar se dio cuenta de que se había olvidado la billetera arriba del escritorio con los papeles que tenía que entregarle al mecánico. Tuvo que volver a la oficina a buscar todo porque sino no le iban a arreglar el vehículo y además sabía que corría riesgo de perder la plata y los documentos. Una vez que los recuperó dejó el coche y se tomó un taxi hacia su casa. Encima el taxista se perdió y lo llevó por cualquier camino, por lo que el viaje le salió el doble de precio. Cuando finalmente llegó ya eran las 9 de la noche. Su esposa lo recibió y le dijo con los ojos llenos de lágrimas:
- Hay algo que quiero contarte.
- Tiene que ver con tus malestares, ¿no? (Ella asintió con la cabeza). ¿Qué te dijeron? ¿Es algo grave? ¿Tenés que hacer algún tratamiento?
- (Ella lo interrumpió) Estoy embarazada.
Habían estado dos años buscando un hijo sin poder lograrlo. Hasta estuvieron pensando en la adopción como posibilidad, más allá de que Maxi quería seguir intentando porque tenía fé de que iban a poder conseguirlo. A él se le iluminó la cara y no podía dejar de sonreir. Abrazó inmediatamente a su mujer y, mientras lo hacía, pensó que por más terrible que haya sido su día, esa noticia opacaba todo lo malo y lo convertía en uno de los más felices de toda su vida.
Se me puso la piel de pollo cuando le mujer le dió la noticia.
ResponderEliminarLástima que Maxi no juega tenis. Ahí las cosas no le hubieran ido tan mal.
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