Para Luciano, los autos ocupan el 90 por ciento de su vida. Desde chico coleccionaba los de juguete y de adolescente fue a una escuela técnica especializada en ese ámbito. Él trabajaba de mecánico en un taller en la calle Warnes y además, todos los viernes por la noche corría en el autodromo de Buenos Aires con un Fiat Uno especialmente preparado. No había nada que no supiera sobre el arreglo de un automóvil. A tal punto, que le gustaba desarmarlos completamente solamente por diversión y para probarse a sí mismo.
Un viernes se disputaba un campeonato de la marca Fiat en el Gálvez y por supuesto no podía faltar el Uno. Sabía que tenía mucha competencia ya que había coches muy superiores al suyo, pero igualmente lo hacía por apasionado. En la primera carrera se enfrentó a un 128 al que ampliamente superó. En la segunda, el contrincante fue más difícil: un Duna con un motor más grande. A este pudo vencerlo debido a un desperfecto técnico en la mitad de la competición. La tercera carrera fue la decisiva. Un auto exactamente igual al de Luciano. Para colmo, con el conductor del mismo ya había tenido problemas anteriormente por una mujer que ambos querían. Por eso, sabía que tenía que ganar sí o sí para demostrar que era mejor.
Cuando la bandera de largada dio inicio a la carrera, los dos salieron muy parejos. Sólo había una vuelta para declarar un ganador, por lo que exigieron sus autos al máximo. En una curva muy cerrada, su rival lo encerró produciendo el descontrol y posterior vuelco del auto. Luciano quedó atrapado entre los fierros del coche. Los bomberos tuvieron que ayudarlo a salir y luego una ambulancia se lo llevó al hospital Santojanni. Sus piernas fueron las más comprometidas. Cuando un médico lo vio le dijo:
- Mirá, de casualidad no te amputamos los miembros inferiores. Yo confío en que vas a poder volver a caminar con una muy lenta recuperación, pero olvidate de volver a manejar.
En ese instante sintió una gran tristeza, pero sabía que tenía la suerte de estar vivo y por eso se esforzaría para caminar nuevamente. Estuvo internado quince días y luego comenzó con los trabajos de kinesiología.
Un año después, Luciano puedo volver a caminar aunque acompañado de un bastón. Hasta el momento sigue arreglando autos como siempre y no volvió a manejar.
Un viernes se disputaba un campeonato de la marca Fiat en el Gálvez y por supuesto no podía faltar el Uno. Sabía que tenía mucha competencia ya que había coches muy superiores al suyo, pero igualmente lo hacía por apasionado. En la primera carrera se enfrentó a un 128 al que ampliamente superó. En la segunda, el contrincante fue más difícil: un Duna con un motor más grande. A este pudo vencerlo debido a un desperfecto técnico en la mitad de la competición. La tercera carrera fue la decisiva. Un auto exactamente igual al de Luciano. Para colmo, con el conductor del mismo ya había tenido problemas anteriormente por una mujer que ambos querían. Por eso, sabía que tenía que ganar sí o sí para demostrar que era mejor.
Cuando la bandera de largada dio inicio a la carrera, los dos salieron muy parejos. Sólo había una vuelta para declarar un ganador, por lo que exigieron sus autos al máximo. En una curva muy cerrada, su rival lo encerró produciendo el descontrol y posterior vuelco del auto. Luciano quedó atrapado entre los fierros del coche. Los bomberos tuvieron que ayudarlo a salir y luego una ambulancia se lo llevó al hospital Santojanni. Sus piernas fueron las más comprometidas. Cuando un médico lo vio le dijo:
- Mirá, de casualidad no te amputamos los miembros inferiores. Yo confío en que vas a poder volver a caminar con una muy lenta recuperación, pero olvidate de volver a manejar.
En ese instante sintió una gran tristeza, pero sabía que tenía la suerte de estar vivo y por eso se esforzaría para caminar nuevamente. Estuvo internado quince días y luego comenzó con los trabajos de kinesiología.
Un año después, Luciano puedo volver a caminar aunque acompañado de un bastón. Hasta el momento sigue arreglando autos como siempre y no volvió a manejar.
En Warnes hay repuestos para humanos?
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