El 25 de Marzo a las once de la noche, Matías Sanz salió con su auto desde la casa de su novia para encontrarse con unos amigos en un bar de Palermo Hollywood. Mientras iba por la calle tenía la sensación de que el auto bordó que estaba atrás suyo lo había seguido durante un largo recorrido. Igualmente, prefirió restarle importancia y continuar su camino. En la esquina de Honduras y Salguero, y antes de que pudiera arrancar luego de que el semáforo se pusiera en verde, dos personas encapuchadas le abrieron la puerta, lo tomaron de los pelos y lo llevaron a su vehículo. Cuando lo metieron, uno de ellos le dijo:
- Pibe, si hablás sos boleta. Así que mejor hacé todo lo que te digamos nosotros. Ni se te ocurra levantar la cabeza.
Sintió un miedo que lo paralizaba. No sabía si lo estaban secuestrando o lo habían buscado por otros motivos. Él tenía una empresa de castings truchos en la que le prometía a la gente que iba a llegar a ser famosa, cuando en realidad nunca mantenía un contacto con nadie de ningún canal. Sin embargo, hacía que las personas pagaran cien pesos por un book de fotos el cual no era mostrado ante ningún productor.
El auto bordó se detuvo frente a una casa antigua. Bajaron a Matías y lo trasladaron a una habitación oscura y fría. Acostado en un colchón, con los pies y las manos atadas y los ojos vendados, pudo escuchar que uno de los captores hablaba por teléfono:
- Señora, tenemos a su hijo. Si lo quiere ver otra vez va a tener que poner cien mil dólares. Le doy dos horas para conseguirlos porque si no lo fusilo.
Cuando cortó se acercó y le dijo al muchacho cautivo:
- Mejor que tu familia consiga la guita pronto porque si no de acá no salís. ¿Así que te gusta estafar a la gente pobre hijo de puta? Yo te voy a enseñar lo que es bueno.
En ese momento le pegó dos trompadas en la cara y una en el estómago. Luego agarró un cuchillo y le hizo un tajo en la cara. Matías no tenía aire ni siquiera para gritar, y aunque lo tuviera, sabía que si lo hacía podían matarlo.
Pasó un rato y volvió a escuchar una comunicación telefónica:
- ¿Consiguió lo que le pedí? Mucho mejor. Llévelo en quince minutos a las vías de la estación de Morón. Vaya sola porque si llega a aparecer la policía al pibe se lo entrego en una bolsa de consorcio.
Luego se dirigió al rehén:
- Tenés suerte. Tu familia consiguió la plata y, si todo sale bien, en un rato te vas de acá. Igual, me gustaría quedarme con un recuerdo tuyo.
Tomó otra vez el cuchilló y le amputó el dedo meñique de la mano derecha. Matías pegó un grito y el captor lo calló de un golpe.
Una hora más tarde, levantaron a Matías y se lo llevaron al auto bordó. Anduvieron por más de veinte minutos y llegaron a un descampado. Ahí uno de ellos le dijo:
- Ahora caminás sin mirar para atrás, contás hasta diez y listo.
Después de que le sacaran la capucha, Matías bajó del auto y empezó a caminar. Antes de que pudiera llegar al número seis, lo remataron de 5 tiros: tres en la espalda y dos en la cabeza.
Su familia nunca supo que lo tuvieron cautivo.
- Pibe, si hablás sos boleta. Así que mejor hacé todo lo que te digamos nosotros. Ni se te ocurra levantar la cabeza.
Sintió un miedo que lo paralizaba. No sabía si lo estaban secuestrando o lo habían buscado por otros motivos. Él tenía una empresa de castings truchos en la que le prometía a la gente que iba a llegar a ser famosa, cuando en realidad nunca mantenía un contacto con nadie de ningún canal. Sin embargo, hacía que las personas pagaran cien pesos por un book de fotos el cual no era mostrado ante ningún productor.
El auto bordó se detuvo frente a una casa antigua. Bajaron a Matías y lo trasladaron a una habitación oscura y fría. Acostado en un colchón, con los pies y las manos atadas y los ojos vendados, pudo escuchar que uno de los captores hablaba por teléfono:
- Señora, tenemos a su hijo. Si lo quiere ver otra vez va a tener que poner cien mil dólares. Le doy dos horas para conseguirlos porque si no lo fusilo.
Cuando cortó se acercó y le dijo al muchacho cautivo:
- Mejor que tu familia consiga la guita pronto porque si no de acá no salís. ¿Así que te gusta estafar a la gente pobre hijo de puta? Yo te voy a enseñar lo que es bueno.
En ese momento le pegó dos trompadas en la cara y una en el estómago. Luego agarró un cuchillo y le hizo un tajo en la cara. Matías no tenía aire ni siquiera para gritar, y aunque lo tuviera, sabía que si lo hacía podían matarlo.
Pasó un rato y volvió a escuchar una comunicación telefónica:
- ¿Consiguió lo que le pedí? Mucho mejor. Llévelo en quince minutos a las vías de la estación de Morón. Vaya sola porque si llega a aparecer la policía al pibe se lo entrego en una bolsa de consorcio.
Luego se dirigió al rehén:
- Tenés suerte. Tu familia consiguió la plata y, si todo sale bien, en un rato te vas de acá. Igual, me gustaría quedarme con un recuerdo tuyo.
Tomó otra vez el cuchilló y le amputó el dedo meñique de la mano derecha. Matías pegó un grito y el captor lo calló de un golpe.
Una hora más tarde, levantaron a Matías y se lo llevaron al auto bordó. Anduvieron por más de veinte minutos y llegaron a un descampado. Ahí uno de ellos le dijo:
- Ahora caminás sin mirar para atrás, contás hasta diez y listo.
Después de que le sacaran la capucha, Matías bajó del auto y empezó a caminar. Antes de que pudiera llegar al número seis, lo remataron de 5 tiros: tres en la espalda y dos en la cabeza.
Su familia nunca supo que lo tuvieron cautivo.
Espectacular. La última frase del relato te cambia toda la idea de lo que habias pensado antes. Buenisimo papáaaaaaaaaa !!!!!
ResponderEliminarEste es uno de los mejores, aunque estan todos buenos porque son variados en su contenido.
ResponderEliminarBien Ema, ojala esa cabeza siempre desborde de creatividad.
SI TE CAGAN A TIROS ES MORON. ¿Y SI ERA TANGUITO?
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