sábado, 2 de enero de 2010

Sentimientos

Todas las noches, mientras el resto de su familia duerme, Amanda toma su cartera de cuero y se va a la esquina de Yerbal y Artigas. Nadie sabe que ella trabaja de prostituta y su familia cree que tiene un puesto administrativo en una empresa multinacional. Sin embargo, y por más que le pese, cada madrugada debe estar allí parada si quiere seguir alimentando a su familia.
Un día, exactamente igual a los otros, un peugeot 405 bordo se detuvo donde estaba Amanda y un hombre de unos 30 años bajó la ventanilla y le pidió que subiera al auto. La mujer quedó asombrada ya que nunca había visto a nadie igual por ese barrio. Se metió al vehículo y comenzó a dialogar con él.
- Hola, ¿que tal? Yo soy Amanda. Cobro 60 pesos por 2 horas.
- Está bien, la plata no es problema. Mi nombre es Martín, mucho gusto (le da la mano).
En ese momento se metieron en un hotel de flores y subieron a la habitación. Ella se sentía nerviosa, algo que nunca le había pasado. No podía dejar de mirarlo a los ojos. Se dio cuenta que esa no sería una noche como las demás y que ese hombre no era como cualquier otro.
Tuvieron sexo y mientras lo abrazaba quería que él nunca la soltara. Por dentro se reprochaba el hecho de que era un cliente y no podía gustarle. Pero el sentimiento fue inevitable.
Cuando la dejó otra vez en la esquina de Yerbal y Artigas, Amanda sintió un vacío horrible porque no quería que todo terminara así. Siguieron pasando hombres, pero con ninguno fue igual que con Martín.
A la semana, el peugeot 405 volvió a aparecer y ella, sin esperar ese momento de felicidad, se subió al automóvil.
- No pensé que fueras a volver.
- Amanda, sentí algo muy fuerte la noche que estuvimos juntos. Esta vez no vine por el sexo. Me gustaría llevarte a tomar algo.
Se sentaron en un bar y charlaron durante horas. Ambos se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común y quedaron en volver a verse.
- Mañana paso por la esquina de siempre.
- Bueno dale, te espero.
Pero el auto bordó no volvió a cruzar por donde estaba Amanda. Desilusionada, decidió abandonar ese trabajo por el miedo que le daba volver a vivir una situación similar. Ahora se dedica a limpiar casas por la mitad de la plata que cobraba antes. De Martín no tuvo más noticias, sólo el recuerdo de una noche que jamás va a olvidar.

2 comentarios:

  1. 60$ las 2 horas?!...uhhh existe Amanda realmente!?
    Hoy si me ves por esa esquina es pura casualidad...

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  2. Muy buenos los relatos. Tenés un estilo de escritura muy "Dolinesco", eso es - seguramente- un buen augurio. Interesantes, breves, atrapantes. No dejes de deleitarnos con tus publicaciones. Gracias !

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