martes, 27 de julio de 2010

Trampa

Marina siempre fue una persona muy amigable. Le encantaba salir con sus amigos sin importar el lugar: boliches, plazas y bares eran sus preferidos. Si bien no tomaba mucho alcohol, cuando lo hacía hablaba con cualquiera que se le cruzara y, al amanecer, era común verla en un estado deplorable.
Para el 20 de julio, ella y sus cinco amigas, fueron a festejar su día al boliche The End de Flores. Antes se juntaron en el bar que está en la esquina de Rivadavia y Emilio Lamarca para hacer lo que se denomina como "previa" (tomar antes de entrar). Después de cinco vasos de fernet comenzó a sentirse bastante mareada. Igualmente no le importó mucho, por lo que siguió consumiendo. Cuando entraron al boliche sentía un gran malestar pero eso no le impedía hablar y relacionarse con la gente que allí estaba. En un rincón encontró a un hombre que le gustó y estuvo charlando alrededor de dos horas con él. Se llamaba Anibal, tenía 36 años y trabajaba de administrativo. En un momento, él le dijo:
- ¿No querés que vayamos a un lugar más tranquilo?
- No sé, no acostumbro a irme con flacos que conozco en un boliche. Aparte están mis amigas y no quiero dejarlas.
- Dale, yo no te voy a hacer nada. Tus amigas deben estar con otros.
Conociendolas, sabía que eso probablemente fuera cierto. Entonces accedió a irse con Aníbal. Llegaron a un departamento de Barrio Norte y comenzaron a besarse y acariciarse. Luego tuvieron sexo y, después de un rato, ella le pidió que la llevara a la casa para no preocupar a la familia. En ese instante sintió que abrieron la puerta principal.
- ¿Estás esperando a alguien?
- Estamos esperando a alguien, contestó él.
Otro hombre entró a la habitación y tras golpear y abusar de Marina, la amordazó, le vendó los ojos y la ato de pies y manos. Luego la metieron al baúl de un auto y anduvieron más de mil kilómetros hasta la ciudad de Bella Vista, en Corrientes. Actualmente, la mujer es obligada a prostituirse en un cabaret ubicado en el medio de la Ruta Nacional 12, y en ese mismo lugar es donde vive. La familia aún la sigue buscando y, por supuesto, desconocen que fue involucrada en una red de trata de personas.

martes, 20 de julio de 2010

Condena (segunda parte)

Hace cinco años que Rodrigo Jerez permanece en el penal de Marcos Paz, luego de que lo condenaran por el asesinato de Renata Morales, crimen que no cometió. Si se le reconoce la buena conducta, como mínimo en siete años puede tener la libertad condicional. Su estadía allí es deplorable. Duerme en una celda junto a otro prisionero con el que no se lleva para nada bien. Se llama Ricardo Guerci y está preso por haber asesinado a su hermano de 200 puñaladas. Entre ellos, las discusiones crecen con el correr de los días. Ricardo no se banca que a Rodrigo lo vayan a visitar y le lleven ropa y comida, mientras que él está totalmente solo. Por las noches suele robarle algunas pertenencias más allá de que las necesite o no con tal de molestarlo. Encima, el capo del pabellón es íntimo amigo de Guerci, por lo que Rodrigo sabe que si llega a hacer algo puede tener serios problemas. Encima, cada vez que se va a dormir vuelve a recrear en su cabeza la situación de esa trágica noche en la que encontró a Renata muerta en el piso, lo que provocó su procesamiento.
La relación entre los compañeros de celda llegó a su punto límite. En la cena, Ricardo se le acercó a Rodrigo y le dijo:
- En media hora te espero en el patio. Llevá algo para defenderte porque hoy no te salvás.
- No entiendo nada. Yo no quiero ni voy a pelear con vos.
- Haceme caso si no querés salir con las patitas para adelante, ¿me entendiste?
Asustado, no sabía qué hacer. En ese momento, Matías, su único amigo, lo llamó porque quería hablar con él:
-¿Qué te dijo?
- Que en un rato vaya al patio y que llevara algo para pelear. Este me mata.
- Quedate tranquilo. Yo tengo algo para que luches. Vení conmigo.
Los dos se dirigieron a la celda de Matías, quien le entregó a su compañero un objeto metálico con una punta muy filosa.
- Esto te va a servir para que no te joda más.
- Pero yo no quiero lastimar a nadie.
- Es la vida de él o la tuya.
Rodrigo salió al patio. Allí se había formado una ronda de prisioneros y, en el medio de ella, esperaba Ricardo con una faca en la mano derecha. El enfrentamiento comenzó con un corte de Rodrigo en la mano derecha de su rival. Pero este no se iba a quedar atrás ya que le haría un tajo en un muslo. Si bien caminaba con dificultad, esto no le impedía seguir con la contienda, más allá de que estaba perdiendo mucha sangre. En un descuido, tras un forcejeo, Ricardo le dio un puntazo en el estómago y Rodrigo cayó al piso. Ahí, su contrincante aprovechó para darle otros más en esa zona y en sus piernas y brazos, hasta que los otros presos lo alejaron. Rodrigo murió desangrado a pesar de los intentos de reanimación de los médicos del penal. Así finalizó su vida, en una cárcel por error y asesinado por celos.

jueves, 8 de abril de 2010

Engaño

José nunca imaginó lo que estaba por pasar. Creía tener todo bajo control pero no fue así. Él trabajaba en una fábrica de goma eva, estaba casado y tenía dos hijos. Le gustaba seducir a chicas menores de 18 años por el chat para después encontrarse con ellas y abusarlas. Luego, y para procurar que no dijeran nada, las amenazaba con matar a toda su familia si decían una sola palabra a alguien ya que tenía amigos en la policía y le resultaría fácil encontrar todos los datos personales (mentira, no conocía a nadie pero ese argumento causaba temor y nunca lo denunciaban). Su mujer no estaba ni siquiera enterada de lo que sucedía. Como ella no tenía idea del manejo de PC, José corría con la ventaja de que no pudiera revisar su correo ni sus conversaciones.
Un día comenzó a tener una charla con una chica cuyo nick era "Flower". Se hacía llamar así porque no quería que supieran su verdadero nombre. Si bien a José le gustaba conocer a la perfección a su víctima, sentía cierta diversión al tener esa intriga. Igualmente sabía que ella tenía 15 años, iba a la escuela Sagrado Corazón y vivía por Caballito. Con todo tipo de estrategias (frases, tarjetas web, etc.) atrapó a la chica con la que quedó en encontrarse el 15 de marzo a las 21 hs. en la Plaza Almagro para conocerse y "ver qué pasaba". A ella se la veía muy interesada por ese encuentro ya que a toda hora le mandaba mails o le escribía en el chat contándole lo ansiosa que estaba.
Finalmente llegó el día y José, vestido con un pantalon de jean y una camisa azul (tal como le dijo a "Flower") se sentó a esperar en uno de los bancos de la plaza. Eran las 21.10 hs y la chica no había llegado. Le mandó un mensaje y contestó: "Estoy atrasada. En 5 estoy ahí. Me vas a reconocer por mi pollera negra". Confiando en ella aguardó un rato más. En un instante sintió que alguien le pegó una trompada en la nuca mientras otra persona lo sujetaba de los brazos. Trató de liberarse pero ellos eran más fuertes que él. Sin poder verles las caras tiró un par de piñas al aire que no tuvieron ningún efecto. Luego lo encapucharon y lo metieron dentro de un auto. Tras andar por tres horas y aplicarle reiteradas torturas tales como: quemarlo con cigarrillos; mutilarle dos dedos de la mano derecha y cortarle el miembro, lo dejaron tirado y atado de pies y manos en la puerta de la comisaría 5º. En el bolsillo de su pantalon pusieron una nota en la que explicaba lo que le había hecho a Miranda, una chica de 16 años a quien violó y amenazó luego de conocerla por chat. Con el correr del tiempo se fueron conociendo los otros 12 casos en los que estuvo involucrado.
Hoy José cumple la pena de prisión perpetua en el penal de Olmos.

martes, 30 de marzo de 2010

Superlógico

Johnatan era fanático de Los Redonditos de Ricota. Donde ellos tocaran, él iba con su hermana Celeste y su primo Fabian a verlos, sin importar si era en Jujuy o Ushuaia. Ellos sabían todos los temas de principio a fin y se habían hecho un tatuaje con el logo del disco "Oktubre" en el pecho del lado del corazón. Una vez, gracias a un amigo de Fabián, tuvieron la posibilidad de conocer al Indio Solari y charlar un rato. Ese fue el momento más memorable de sus vidas ya que vivían para la banda: tenían remeras, posters, carpetas, mochilas y todo lo que refiriera a sus ídolos.
Un día fueron al estadio mundialista de Mar del Plata a uno de los recitales. Desde que abrieron las puertas a las ocho de la noche hubo corridas e incidentes con quienes querían ingresar sin entradas. Encima, con el recuerdo de lo sucedido a Walter Bulacio, el temor entre los tres chicos a que pasara algo crecía con el correr del tiempo. En un momento, Johnatan se separó del resto debido a la muchedumbre que escapaba de las balas de goma y los camiones hidrantes de la policía. Celeste y Fabián lo buscaron por todos lados pero no lo encontraron. Ya se acercaba la hora del concierto, por lo que decidieron entrar para ver si podían hallarlo en el campo. Dos horas y media después, cuando los Redonditos terminaron de tocar, aún no tenían noticias del chico.
Esperaron a que saliera todo el público y miraron entre la gente a ver si lo reconocían, pero nada. Entonces se acercaron a un patrullero y a uno de los policías que estaba adentro, Celeste le dijo:
- Mire, estamos buscando a mi hermano. Tiene 17 años, mide 1.70 mts. tiene el pelo negro, un arito en la boca y una remera negra con el logo de los redondos. No lo podemos encontrar por ningún lado. Necesitamos que nos ayude.
- Entre los heridos, si no me equivoco, hay un chico con las características que me describís. Tendrías que fijarte en el hospital.
- ¿A cuál lo llevaron?
- Al interzonal de agudos que está sobre la avenida Juan B. Justo.
Como quedaba cerca, caminaron algunas cuadras y cuando llegaron se encontraron con que Johnatan estaba en terapia intensiva por dos balazos de goma que le impactaron en el pecho y la cabeza. Así permaneció durante veinte días. En un principio las heridas parecían no ser tan graves, se descubrió que el golpe en la cabeza le generó un traumatismo que podía implicar la pérdida total del habla. Igual, gracias a la efectividad de los médicos, no tuvo serias consecuencias y, luego de un mes y tres días, salió del hospital hacia su casa en Buenos Aires. Si bien el susto fue fuerte, nada pudo impedir que siguiera yendo a ver a los redondos, aunque ahora desde la platea.

martes, 9 de marzo de 2010

Noticia

Hay días en que las cosas salen mal y parecen no tener solución. ¿Quién no tuvo esa sensación de querer que pasen las 24 hs de una vez para que cambie la realidad? A Maxi le pasó varias veces, pero la última vez fue diferente al resto. Se levantó a las 7 de la mañana y se metió a bañar. Mientras se lavaba la cabeza vio como la presión del agua de la ducha disminuyó hasta acabarse completamente. Como pudo se sacó el jabón del pelo y se secó. Desayunó y se despidió de su mujer quien a la tarde tenía que ir al médico porque no se sentía muy bien desde hacía varios días. Salió de su casa hacia la empresa de seguros donde trabaja, y mientras estaba parado en un semáforo con el auto lo chocó un Duna Bordó de atrás. Si bien el impacto no fue grande, se le hundió un poco el baúl. Igualmente en la oficina iba a hacer el trámite para arreglarlo. Para colmo de males, y con el tiempo que le llevó tomarle los datos al otro chofer, llegó tarde a su labor por lo que fue reprendido por su jefe. Sentía que las cosas no podían salirle peor, pero el día recién comenzaba.
Cuando se sentó en su escritorio y prendió la computadora vio que tenía un correo con una lista de 20 vehículos a los que les había tomado mal la patente por lo que no se les podría tramitar la póliza. Por eso tuvo que llamar cliente por cliente para comunicarles que debían acercarse a la empresa a firmar los papeles que iban a ser corregidos. "Para qué me levanté de la cama", pensó mientras el sexto comprador lo maltrataba por hacerle perder el tiempo al ir hacia allá. A esto había que sumarle la disputa con sus compañeros por ver quién era el que más trámites gestionaba para cobrar mayor comisión. Como él era uno de los primeros, sus pares le tenían envidia y prácticamente no lo saludaban. La situación no era para nada cómoda, pero se la tenía que bancar sabiendo lo duro que está conseguir un trabajo bien pago.
Al salir de allí comenzó a pensar en su mujer. Esperaba que sus malestares no fueran nada grave ya que no quería recibir malas noticias, y menos con el día que tenía. Pasó a dejar el auto en el taller y cuando estaba a punto de llegar se dio cuenta de que se había olvidado la billetera arriba del escritorio con los papeles que tenía que entregarle al mecánico. Tuvo que volver a la oficina a buscar todo porque sino no le iban a arreglar el vehículo y además sabía que corría riesgo de perder la plata y los documentos. Una vez que los recuperó dejó el coche y se tomó un taxi hacia su casa. Encima el taxista se perdió y lo llevó por cualquier camino, por lo que el viaje le salió el doble de precio. Cuando finalmente llegó ya eran las 9 de la noche. Su esposa lo recibió y le dijo con los ojos llenos de lágrimas:
- Hay algo que quiero contarte.
- Tiene que ver con tus malestares, ¿no? (Ella asintió con la cabeza). ¿Qué te dijeron? ¿Es algo grave? ¿Tenés que hacer algún tratamiento?
- (Ella lo interrumpió) Estoy embarazada.
Habían estado dos años buscando un hijo sin poder lograrlo. Hasta estuvieron pensando en la adopción como posibilidad, más allá de que Maxi quería seguir intentando porque tenía fé de que iban a poder conseguirlo. A él se le iluminó la cara y no podía dejar de sonreir. Abrazó inmediatamente a su mujer y, mientras lo hacía, pensó que por más terrible que haya sido su día, esa noticia opacaba todo lo malo y lo convertía en uno de los más felices de toda su vida.

jueves, 4 de marzo de 2010

Pasión

Para Luciano, los autos ocupan el 90 por ciento de su vida. Desde chico coleccionaba los de juguete y de adolescente fue a una escuela técnica especializada en ese ámbito. Él trabajaba de mecánico en un taller en la calle Warnes y además, todos los viernes por la noche corría en el autodromo de Buenos Aires con un Fiat Uno especialmente preparado. No había nada que no supiera sobre el arreglo de un automóvil. A tal punto, que le gustaba desarmarlos completamente solamente por diversión y para probarse a sí mismo.
Un viernes se disputaba un campeonato de la marca Fiat en el Gálvez y por supuesto no podía faltar el Uno. Sabía que tenía mucha competencia ya que había coches muy superiores al suyo, pero igualmente lo hacía por apasionado. En la primera carrera se enfrentó a un 128 al que ampliamente superó. En la segunda, el contrincante fue más difícil: un Duna con un motor más grande. A este pudo vencerlo debido a un desperfecto técnico en la mitad de la competición. La tercera carrera fue la decisiva. Un auto exactamente igual al de Luciano. Para colmo, con el conductor del mismo ya había tenido problemas anteriormente por una mujer que ambos querían. Por eso, sabía que tenía que ganar sí o sí para demostrar que era mejor.
Cuando la bandera de largada dio inicio a la carrera, los dos salieron muy parejos. Sólo había una vuelta para declarar un ganador, por lo que exigieron sus autos al máximo. En una curva muy cerrada, su rival lo encerró produciendo el descontrol y posterior vuelco del auto. Luciano quedó atrapado entre los fierros del coche. Los bomberos tuvieron que ayudarlo a salir y luego una ambulancia se lo llevó al hospital Santojanni. Sus piernas fueron las más comprometidas. Cuando un médico lo vio le dijo:
- Mirá, de casualidad no te amputamos los miembros inferiores. Yo confío en que vas a poder volver a caminar con una muy lenta recuperación, pero olvidate de volver a manejar.
En ese instante sintió una gran tristeza, pero sabía que tenía la suerte de estar vivo y por eso se esforzaría para caminar nuevamente. Estuvo internado quince días y luego comenzó con los trabajos de kinesiología.
Un año después, Luciano puedo volver a caminar aunque acompañado de un bastón. Hasta el momento sigue arreglando autos como siempre y no volvió a manejar.

viernes, 12 de febrero de 2010

Relatos a la noche de vacaciones

Les informo que el blog no se actualizará hasta el 2 de marzo por vacaciones. Espero sepan disculpar y entender.

A su vez, quiero agradecer a todos los lectores porque luego de un mes y medio de haber comenzado este proyecto ya superó las 1000 visitas!!!!!!!

A partir de marzo verán la luz nuevas historias que merecen ser contadas.

Muchas gracias.

Relatos a la Noche.

martes, 9 de febrero de 2010

Esperanza

La vida de Mariana nunca fue como la de los demás. Había nacido con una enfermedad en la piel que hacía que no pudiera estar expuesta al sol, ya que sino se llenaba de marcas y ronchas rojas por todo su cuerpo. Fue a miles de médicos, pero todos coincidían en que ese mal no tiene cura ni se puede tratar, por lo que iba a tener que vivir así. Cada vez que salía tenía que ponerse mucha ropa, una gorra y lentes. Cuando era chica e iba al colegio era sinónimo de todo tipo de burlas por parte de sus compañeros. Nadie se le quería acercar creyendo que lo que tenía era contagioso, por más que no lo fuera. Su casa era el único refugio en el que se encontraba tranquila y lejos de todo lo que la perturbaba. Allí se sentaba a leer cuentos y poemas. Sus autores favoritos eran Julio Cortazar, Jorge Luis Borges, Alfonsina Storni y Gabriel García Márquez.
Con esa realidad atípica fue superando obstáculos. Terminó el primario y secundario y comenzó a estudiar abogacía en la Universidad de Buenos Aires. Lo que más dificultad le generó fue encontrar trabajo. En ningún lado la querían tomar cuando conocían su enfermedad. Por supuesto, siempre le decían el ya conocido "Bueno, nosotros cualquier cosa te llamamos", pero nunca lo hacían. En algunas entrevistas la miraban raro y la trataban con cierta distancia. Ella estaba acostumbrada a eso, pero era inevitable sentir ese dolor en el pecho cada vez que se afrontaba a un nuevo acto de discriminación. En una ocasión, al salir de una oficina, escuchó cómo una persona le decía a otra:
- No podemos contratar a alguien enfermo, porque después va a querer venir a sacarnos plata si le pasa algo en horario de trabajo.
- Claro. Se aprovechan de lo que tienen para beneficiarse ellos.
Nadie entendía por el sufrimiento que pasaba Mariana. Ni siquiera sus padres. El dolor era pura y exclusivamente suyo.
Unas vacaciones se fueron a Mar del Plata para que ella conociera el mar. Hay que destacar que nunca había salido de la Capital Federal porque le daba mucha tristeza no poder disfrutar de las actividades al aire libre como los demás. Por supuesto que fueron a la playa de noche, momento en el que ella podía liberarse de la gorra y los anteojos. Cuando se sentó en la arena sintió una paz que nunca había experimentado. Quería que ese fuera su lugar y pasar allí el resto de su vida. La sonrisa que se le marcó en el rostro cuando mojó sus pies con el agua del mar nunca había sido vista por sus padres hasta entonces. Así estuvieron un rato hasta que todos se fueron al departamento a dormir. Mariana esperó que sus familiares estuvieran acostados para ponerse las zapatillas y regresar a la playa. Volvió a sentarse en la arena y comenzó a pensar en su vida, en lo difícil que había sido y en que no quería sufrir más. Por eso, comenzó a caminar hacia el mar lentamente y sin mirar para atrás. Así fue como se hundió en la inmensidad del agua e hizo de ese lugar, su lugar.

martes, 2 de febrero de 2010

Fantasía

Era el último día de vacaciones en la costa. Martín, Juan y Hernán fueron a bailar a Pueblo Límite para festejar el cierre de una semana de descanso en Villa Gesell. Habían tomado como nunca y a eso le agregaron algún que otro cigarrillo de marihuana, por lo que su estado era de euforia pura. Entraron a las 2 de la mañana a la pista principal y se quedaron ahí porque les gustaba el ambiente y la música que pasaban. En un momento, Martín se acercó a una chica y comenzaron a hablar. Luego de un rato se besaron y ella le hizo una propuesta:
- ¿No querés venir a mi departamento? Estoy sola porque mis viejos llegan recien mañana.
- Bueno dale, pero esperá que les aviso a mis amigos.
Luego de hablar con los chicos, salieron de allí, tomaron el colectivo y fueron hasta la vivienda ubicada en la intersección de las calles 3 y 126. Entraron a la casa y comenzaron a besarse con una pasión que aumentaba a cada segundo. Empezaron a desvestirse en el sillón y luego pasaron a la habitación.
- Me encantaría atarte a la cama. Es una fantasía que me gustaría cumplir - propuso ella
- Uh estaría buenísimo.
Lo desnudó, ató sus pies y manos a la cama y le tapó los ojos. Comenzó a besar todo su cuerpo y luego de un rato tuvieron sexo. Cuando terminaron, la mujer se cambió rapidamente, tomó la ropa de Martín, con sus pertenencias dentro, y escapó del lugar.
Él comenzó a llamar a su amante casual:
- Carolina, Carolina, ¿Dónde estás?.
Pero nadie respondió. Se desesperó y trató de soltarse pero estaba muy sujetado a las cuerdas, por lo que su intento fue inútil. Encima, a las 10 de la mañana salía su micro a Capital Federal.
A las 8, alguien abrió la puerta. Martín creyó que era Carolina, pero escuchó una voz masculina.
- Uh, debe ser el padre - pensó.
En realidad era el propietario del departamento. Ingresó a la habitación, vio al muchacho atado a la cama y pensó que se trataba de un ladrón que había sido capturado.
- Por favor, me engañaron. Estuve con la chica que ocupaba esta casa. Ella fue la que me ató y después se llevó todas mis cosas.
- ¿Y cómo se yo que vos en realidad no entraste a robar y la chica te ató para que yo te encontrara y te denunciara?
- Eso depende de usted. Le juro que en mi vida robé nada.
- Yo voy a revisar. Si llega a faltar algo lo vas a pagar vos.
El dueño revisó y se dio cuenta que todo estaba en su lugar. Así, soltó a Martín, quien luego pudo llamar a uno de sus amigos para que lo fuera a buscar. De Carolina nunca más supo nada. Le pidió el teléfono al encargado, pero cuando llamó el número no existía. En realidad sus padres ya habían abandonado la casa y ella, cuando escapó, fue a dejarle la llave al propietario. A Martín tan sólo le quedará un amargo recuerdo del final de sus vacaciones.

martes, 26 de enero de 2010

Escape

El plan de Marcos era prácticamente infalible. Sólo restaba ponerlo en práctica. Mientras él mantenía cautivo al guardia de seguridad, Juan, Horacio y Hernán metían el dinero de la caja fuerte del banco en los bolsos y después podían escapar por el hueco que harían en la oficina del fondo. El robo se produciría a las 01:53 (horario elegido por Juan quien creía que al dar 9 la suma de los números iban a tener suerte).
A la hora señalada, ingresaron al lugar gracias a una llave que había conseguido Hernán. Al guardia lo amordazaron, golpearon y lo llevaron hasta una de las oficinas de los gerentes. Mientras guardaban la plata en mochilas y bolsos, se escuchó una sirena de policía que se acercaba a toda marcha, por lo que decidieron salir de ahí al instante. No podían entender cómo se habían enterado de lo que estaban haciendo. Tal vez algún vecino vio lo que pasaba y dio aviso. Igualmente, eso no importaba en ese momento, sino ver cómo salir de allí. Hacer el hueco iba a demorar mucho tiempo que no tenían. Por eso, los cuatro subieron hasta la terraza del lugar y decidieron escapar por techos de casas vecinas. Mientras, más patrulleros arribaban a la zona y efectivos policiales se encargaban de seguirlos para atraparlos. Los ladrones decidieron separarse para luego encontrarse en las intersecciones de Moreno e Independencia, donde habría un auto que los estaba esperando. Pero Juan fue el único que llegó. A Hernán y Horacio los encontraron escondidos dentro de una casa y los detuvieron. Marcos, sin embargo, no aparecía por ninguna parte.
Ya llevaba dos horas esperando a sus compañeros cuando le sonó el celular. Era Marcos:
- Juan, escuchame una cosa. A Horacio y a Hernán los metieron adentro. Yo estoy con un bolso en Pampa y Libertador. Venite para acá con el auto así cargamos las cosas y vemos para donde vamos.
- Bueno dale, mirá que hay que tener cuidado de que no se apiole nadie. Si nos agarran con la guita fuimos.
Juan arrancó el auto y fue a encontrarse con Marcos en la dirección convenida. Cuando llegó, se encontró solo. Parado al lado del vehículo sintió que alguien le tomó el brazo y comenzó a forcejear. Era un policía que quería detenerlo. Llegaron cuatro patrulleros con oficiales armados, quienes redujeron al delincuente. Él no vio quién lo esposaba, pero cuando se dio vuelta pudo observar la cara de Marcos, vestido con el uniforme de policía.

jueves, 21 de enero de 2010

Verdades

A Laura le costó mucho reconocer que era homosexual. Salió con varios chicos (con algunos por tiempo prolongado) pero se daba cuenta de que ninguno la hacía sentir completa, realmente enamorada. Hasta que un día conoció a Andrea. Cursaban juntas en la facultad de derecho de la UBA, y en un principio fueron grandes amigas. Un día, salieron a tomar algo simplemente para charlar y fue entonces cuando Andrea se acercó y le dijo al oido:
- Muero por besar tus labios. Hace mucho que tengo ganas de hacerlo y ya no aguanto más.
Antes de que continuara, su amiga se dio vuelta y comenzó a besarla. Laura tenía una sensación que nunca había experimentado antes. Era la confirmación de que había encontrado lo que tanto estuvo buscando.
Comenzaron a salir a escondidas porque la familia de ella era muy conservadora. Si el padre se llegaba a enterar era capaz de echarla de su casa. Odiaba no poder sentirse totalmente libre de hacer lo que quisiera, de presentarla ante todo el mundo como su novia.
Pasaron cinco meses y decidió hacerlo. Fueron las dos a su casa, le dijo a su familia que necesiaba contarles algo y comenzó:
- Miren, hay algo que tienen que saber. Como se habrán dado cuenta, yo hace mucho que no traigo a un chico a casa y es por algo en especial. La verdad es que me gustan las mujeres, sobre todo ella (señala a Andrea) y me gustaría compartir con ustedes el hecho de que somos novias hace ya cinco meses. Lo único que les pido es que me apoyen y no me juzguen.
Al padre, que estaba leyendo el diario, se le transformó la cara y protestó:
- Uno te educa con todos los lujos para que lleves una vida normal, y al final ¿para qué? para que vengas diciendo que te gusta alguien de tu mismo sexo. Esto es inadmisible, en mi casa no pienso permitirlo.
- Pero papá...
- Papá nada. Si querés seguir con esta estupidez, que sea afuera de mi casa. Mientras, olvidate de esta familia.
La madre de Laura siempre fue muy callada y dedicó casi toda su vida a su familia. Si su marido planteaba eso, entonces ella estaba de acuerdo. Lo último que quería era perderlo por defender algo que para ella no era normal. Así fue entonces como la joven tuvo que armar su bolso y salir de ese lugar. Como Andrea vivía sola, le ofreció quedarse con ella al menos hasta que encontrara algún departamento para alquilar. Pero Laura no trabajaba, sólo estudiaba, por lo que la estadía iba a ser larga.
Luego de un año de relación, ella no buscó otra vivienda y oficialmente se quedó en el departamento de su novia. De su familia no había sabido nada desde aquel día en que les contó la verdad, pero igualmente todo marchaba muy bien como para preocuparse por eso.
Andrea llegó a la casa alrededor de las 21 hs. y le dijo a Laura que quería hablar con ella:
- Mirá, me parece que las cosas no pueden seguir así. Yo soy la única que mantiene todo esto mientras vos lo único que hacés es estudiar. Así que lo mejor va a ser que te vayas.
- ¿Cómo? ¿Me vas a dejar en la calle? Esto no puede ser así. Te juro que voy a conseguir laburo y voy a cambiar.
- Eso ya no me interesa. No quiero que sigamos más juntas.
- Pero por favor, no tengo donde ir.
- Armá tus cosas y andate Laura, no te quiero ver más.
Ella se arrodilló y le suplicó que no la echara. En un momento, y mientras lloraba desconsoladamente, comenzó a pegarle con los puños en el cuerpo. Estaba enfurecida, no sabía qué iba a ser de su vida sin ella. Andrea le devolvió una trompada y se comenzaron a pelear. Laura agarró un plato y se lo partió en la cabeza, lo que desmayó a su novia, quien golpeó la nuca contra la mesa y cayó desvanecida al suelo. Entonces, desesperada salió del departamento y corrió hasta las vías del tren. Se acostó en ellas y esperó a que pasara el ferrocarril.

sábado, 16 de enero de 2010

Ilusión

El 25 de Marzo a las once de la noche, Matías Sanz salió con su auto desde la casa de su novia para encontrarse con unos amigos en un bar de Palermo Hollywood. Mientras iba por la calle tenía la sensación de que el auto bordó que estaba atrás suyo lo había seguido durante un largo recorrido. Igualmente, prefirió restarle importancia y continuar su camino. En la esquina de Honduras y Salguero, y antes de que pudiera arrancar luego de que el semáforo se pusiera en verde, dos personas encapuchadas le abrieron la puerta, lo tomaron de los pelos y lo llevaron a su vehículo. Cuando lo metieron, uno de ellos le dijo:
- Pibe, si hablás sos boleta. Así que mejor hacé todo lo que te digamos nosotros. Ni se te ocurra levantar la cabeza.
Sintió un miedo que lo paralizaba. No sabía si lo estaban secuestrando o lo habían buscado por otros motivos. Él tenía una empresa de castings truchos en la que le prometía a la gente que iba a llegar a ser famosa, cuando en realidad nunca mantenía un contacto con nadie de ningún canal. Sin embargo, hacía que las personas pagaran cien pesos por un book de fotos el cual no era mostrado ante ningún productor.
El auto bordó se detuvo frente a una casa antigua. Bajaron a Matías y lo trasladaron a una habitación oscura y fría. Acostado en un colchón, con los pies y las manos atadas y los ojos vendados, pudo escuchar que uno de los captores hablaba por teléfono:
- Señora, tenemos a su hijo. Si lo quiere ver otra vez va a tener que poner cien mil dólares. Le doy dos horas para conseguirlos porque si no lo fusilo.
Cuando cortó se acercó y le dijo al muchacho cautivo:
- Mejor que tu familia consiga la guita pronto porque si no de acá no salís. ¿Así que te gusta estafar a la gente pobre hijo de puta? Yo te voy a enseñar lo que es bueno.
En ese momento le pegó dos trompadas en la cara y una en el estómago. Luego agarró un cuchillo y le hizo un tajo en la cara. Matías no tenía aire ni siquiera para gritar, y aunque lo tuviera, sabía que si lo hacía podían matarlo.
Pasó un rato y volvió a escuchar una comunicación telefónica:
- ¿Consiguió lo que le pedí? Mucho mejor. Llévelo en quince minutos a las vías de la estación de Morón. Vaya sola porque si llega a aparecer la policía al pibe se lo entrego en una bolsa de consorcio.
Luego se dirigió al rehén:
- Tenés suerte. Tu familia consiguió la plata y, si todo sale bien, en un rato te vas de acá. Igual, me gustaría quedarme con un recuerdo tuyo.
Tomó otra vez el cuchilló y le amputó el dedo meñique de la mano derecha. Matías pegó un grito y el captor lo calló de un golpe.
Una hora más tarde, levantaron a Matías y se lo llevaron al auto bordó. Anduvieron por más de veinte minutos y llegaron a un descampado. Ahí uno de ellos le dijo:
- Ahora caminás sin mirar para atrás, contás hasta diez y listo.
Después de que le sacaran la capucha, Matías bajó del auto y empezó a caminar. Antes de que pudiera llegar al número seis, lo remataron de 5 tiros: tres en la espalda y dos en la cabeza.
Su familia nunca supo que lo tuvieron cautivo.

miércoles, 13 de enero de 2010

Secretos

La pareja que conformaban Walter y Melisa podría decirse que era casi perfecta (si se tiene en cuenta que la perfección real prácticamente no existe). Llevaban diez años de novios y cinco conviviendo y estaban muy contentos el uno con el otro. Él siempre llegaba del trabajo a su casa con flores y ella, a su vez, lo esperaba con la comida hecha para cenar juntos. Podría parecer algo monótona la relación, pero eran tan felices que no daban lugar a pensar eso.
Un día, Walter estaba trabajando en su oficina cuando golpearon la puerta. Su jefe abrió y le dijo que debía presentarle a su nueva compañera. En ese momento entró una señorita de unos treinta años que inmediatamente lo impactó. Sintió en el pecho algo que no le sucedía desde la primera vez que había visto a Melisa. La mujer lo saludó:
- Hola, mucho gusto. Me llamo Adriana.
- ¿Qué tal? Soy Walter. Un placer y espero que podamos conocernos mejor con el tiempo.
No dejó de pensar ni un segundo en ella, incluso cuando estaba con su mujer. Sentía la necesidad de acercarse, hablarle y, por qué no, invitarla a tomar algo. Parecía no importarle su relación con tal de estar un par de segundos más con Adriana.
Con el correr del tiempo se fueron conociendo, intercambiando celulares y correos electrónicos, hasta que Walter decidió tomar la iniciativa a escondidas de Melisa. Por Facebook, y con el mayor cuidado posible, le escribió: "Adriana, ¿Querés que vayamos a tomar algo?. Hay algo que siento por vos que me supera, pero necesito decírtelo personalmente". A las pocas horas obtuvo una respuesta: "Walter: Espero que sientas lo mismo que yo por vos. Nos encontramos mañana a las 21 en el bar de Sánchez de Bustamante y Rivadavia".
Los dos estuvieron en el lugar acordado y charlaron por más de dos horas. Afuera del lugar, y presenciando todo lo que ocurría, estaba Melisa. La noche anterior, su novio había dejado la sesión de facebook abierta, por lo que ella entró y leyó lo que había escrito. En un momento vio cómo Walter y Adriana se besaron y sintió que debía entrar para poner fin a todo eso. Pero tenía algo mejor planeado en mente.
Al otro día a la mañana, Melisa le dijo a Walter:
- Amor, ¿Por qué no invitas a comer a Adriana?. Estuve charlando con ella el otro día en tu oficina y me cayó muy bien. Me gustaría conocerla un poco más.
Él se puso pálido y le contestó:
- ¿Te parece? No se, no tengo muy buena relación.
- Dale, seguramente sea una buena persona.
Ni bien llegó a la oficina, le comentó la propuesta a su amante y decidieron que, para evitar supuestas sospechas, lo mejor iba a ser que cenaran los tres juntos.
Ese mismo día a la noche, mientras comían, Melisa comenzó a indagar:
- ¿Tenés novio? Porque te podría presentar a un amigo si querés.
- (se puso colorada) Eh... No, pero en este momento prefiero estar sola.
- Por favor, a nadie le gusta estar solo.
- Bueno, seré la primera entonces.
Cuando terminaron la cena, Adriana pidió un vaso de agua porque tenía que tomar una pastilla. Walter hizo el mismo pedido. Esa era la oportunidad de Melisa para comenzar con su plan. Tomó un par de somníferos, los disolvió y les llevó los vasos. Al rato, los dos se desvanecieron y ella tomó una sierra que guardaba en el placard y comenzó a mutilarlos. Brazos, piernas, cabezas, no quedó nada por cortar. Los restos los metió en bolsas y los dejó en la calle para que se los llevaran los basureros. Cuando pasó el camión, el hombre que agarró las bolsas sintió un olor muy fuerte, por lo que decidió abrirlas y ahí fue cuando se encontró con las partes de los cuerpos.
La policía ingresó a la casa de Melisa para arrestarla y se encontró con que la mujer se había ahorcado en su cuarto y había dejado una nota en la que decía: "Se hizo justicia".

sábado, 9 de enero de 2010

Condena

Rodrigo es telemarketer en una empresa nacional que vende electrodomésticos. Su horario de trabajo es de 15 a 22, y cada vez que sale de la oficina camina 3 cuadras hasta la avenida Rivadavia donde lo espera su padre para llevarlo hasta su casa. Una noche, cuando estaba a punto de llegar a la segunda esquina, escuchó un disparo y un grito de una mujer. Se paralizó ante la situación y dos segundos después vio cómo un hombre vestido de policía salía corriendo de una vivienda. En otra ocasión no hubiera hecho nada, pero al notar que nadie persiguió al supuesto asesino decidió entrar a ver qué había sucedido. Abrió la puerta y cruzó un pasillo largo que daba a un patio. Allí había otras tres puertas y decidió pasar por una de ellas. En ese momento se encontró con una mujer desnuda muerta tirada arriba de una cama y bañada en sangre. Sintió que se desmayaba por la impresión de lo que estaba viendo pero se mantuvo en pie y se acercó a la víctima. Estaba atada de pies y manos y daba la impresión de que la habían apuñalado reiteradas veces. Rodrigo dio un paso y sin querer pateó un arma que estaba tirada en el suelo. Cometió el error de agarrarla y apoyarla en la mesa de luz.
El hombre decidió que tenía que llamar a la policía para notificar lo ocurrido. Antes de que pudiera siquiera tomar su celular ingresaron tres oficiales armados, quienes lo obligaron a levantar las manos y mirar contra la pared. Él les dijo:
- Yo no tengo nada que ver. Escuché un tiro, entré a ver qué pasaba y me encontré con esto.
- ¿Ah si? Mirá qué casualidad. No sos el primer asesino que nos quiere versear con ese cuento.
- Pero les juro que no hice nada.
- Callate infeliz y poné las manos contra la pared. Ya vamos a ver si tenés o no algo que ver.
Más policías entraron al lugar y se llevaron a Rodrigo detenido. En la comisaría, lo metieron en un cuarto y un comisario comenzó a interrogarlo.
- Dale pibe, cantá. ¿Qué tenés que ver con el asesinato de esa pobre mina?
- Nada, le juro que nada. Yo pasé por ahí, escuché un tiro, ví a un hombre que salió corriendo de esa casa y como pensé que no había nadie entré para saber qué había pasado.
- (Le pega una trompada) Mirá pelotudo, no me hagas perder el tiempo. Confesá lo que hiciste y listo.
En ese momento abre la puerta otro policía que le dice al comisario:
- Jefe, sacamos las huellas del arma y coinciden con las de este.
Rodrigo mirá sin entender y replica desesperado:
- Yo tomé el arma y la puse en la mesa de luz, pero nada más.
- Claro, porque querías hacernos el favor de dejar todo en orden así no teníamos tanto trabajo, ¿no?. (Al otro policía) Oficial, hay que trasladar al detenido al penal de Marcos Paz, donde va a tener que esperar una resolución. Ya tenemos la orden del juez.
- Enterado comisario.
Lo toma a Rodrigo del pelo, lo levanta y se lo lleva.
Pasaron cinco meses desde ese desafortunado momento y el juicio había llegado a su fin. El juez Zarazola daba una determinación.
- Teniendo en cuenta las evidencias presentes en el caso del asesinato de Renata Morales, se ha tomado la siguiente decisión: condenar al único acusado, Rodrigo Jerez, a la pena de veinte años de prisión de cumplimiento efectivo por ser el responsable material del hecho.
En ese instante, Rodrigo se tomó la cabeza y comenzó a llorar. Luego, mientras era trasladado a su celda, comenzó a pensar en sus familiares. Sabía que iba a ser una larga estadía en ese infierno, pero tenía la esperanza de que en algún momento se hiciera justicia y pudiera recuperar la paz que le habían robado al culparlo por un crimen que nunca cometió.

martes, 5 de enero de 2010

Apuesta

Los casinos suelen ser uno de los peores vicios. Hay quienes se quedan minutos, horas y hasta días enteros frente a una máquina o una mesa derrochando todo el dinero que tienen. Pero Juan Almada tenía un plan perfecto para llevarse unos cuantos millones de dólares en una sola noche. Él sabía que en la ruleta que estaba atendida por la chica de rulos había un momento en el que sólo salían números menores de 10. Esto se daba luego del instante en que los números mayores a 30 hacían su aparición en el juego. Silencioso, para que nadie se diera cuenta de lo que hacía, se acercó y luego de que fuera sorteado el 32, comenzó a participar. Tenía en claro que el primero de los números estaría cercano al máximo, por lo que jugó al 9. Luego apostó al 5, 2, 4, 7 y 6. Con todos ellos resultó victorioso.
En un momento alzó su mirada y vio que dos guardias de seguridad se aproximaban a la mesa y no dejaban de observarlo. Fue cuando decidió tomar sus fichas y dirigirse a otro lugar. Se sentó para jugar al Blackjack. Sabía que después de toda carta baja siempre vienen las más altas y así se decidió apostar. Mientras estaba ganando, otra vez se acercaron los patovicas muy disimuladamente aunque obvios para el ojo de Almada. Pero en esta ocasión, antes de que pudiera salir de allí lo frenaron y le dijeron:
- ¿Qué tipo de trucos tenés? No puede ser que sólo con suerte ganes siempre.
- Yo no tengo ningún truco, sigo mis instintos.
- Pero dejame de joder, ¿de qué instintos me hablás? Es obvio que algo hacés para acumular tanta guita. Me parece que nos vas a tener que acompañar.
Los dos tomaron del brazo a Juan y lo llevaron hacia una oficina donde lo sentaron en una silla. Luego salieron. Frente a él estaba un hombre mayor, canoso y muy elegante, quien le dijo.
- Me comentaron que estás haciendo trucos para desvalijar el casino. ¿Sabés a cuántos como vos maté por hacer eso?
- Sinceramente no quiero ni imaginármelo, pero conmigo se equivoca, yo no hago ningún truco. Simplemente vengo a divertirme y hoy tuve un día de suerte.
- Acá adentro la suerte no existe para el que gana. En todo caso existirá la mala suerte para el que pierde miles de dólares, una casa, un auto. Pero la buena suerte no.
- ¿Y qué va a hacer conmigo?
- Podría matarte como a los demás, pero me gustaría que trabajes para mí. Que hicieras que las demás personas perdieran así puedo seguir manteniendo este casino.
- Pero usted sabe que no puedo tener el control de todo. Mientras esté en una mesa, en otra va a haber alguien que gane.
- No sos el primero al que estoy contratando para esto. En este instante hay alrededor de 20 hombres haciendo lo que yo te estoy pidiendo. Por el pago quedate tranquilo que es bueno. Sólo tenés que venir todas las noches a jugar.
Juan pensó muy bien el ofrecimiento antes de darle una respuesta. Luego de un rato, le contestó:
- No voy a formar parte de una red en la que se estafe a la pobre gente que viene con su plata a pasar un buen rato. Si le sacan el dinero, no es mi problema. En todo caso, se lo habrán ganado en buena ley.
- Entonces si no vas a formar parte de esto, voy a tener que hacer algo para que no juegues nunca más.
Los dos hombres de seguridad entraron y en pocos minutos le amputaron las dos manos a Juan que gritaba desesperadamente en la oficina. Luego lo durmieron y lo tiraron en un callejón cercano. No quiso hacer una denuncia por miedo a que lo mataran. Esa fue la última vez que se lo vio cerca de un casino.

sábado, 2 de enero de 2010

Sentimientos

Todas las noches, mientras el resto de su familia duerme, Amanda toma su cartera de cuero y se va a la esquina de Yerbal y Artigas. Nadie sabe que ella trabaja de prostituta y su familia cree que tiene un puesto administrativo en una empresa multinacional. Sin embargo, y por más que le pese, cada madrugada debe estar allí parada si quiere seguir alimentando a su familia.
Un día, exactamente igual a los otros, un peugeot 405 bordo se detuvo donde estaba Amanda y un hombre de unos 30 años bajó la ventanilla y le pidió que subiera al auto. La mujer quedó asombrada ya que nunca había visto a nadie igual por ese barrio. Se metió al vehículo y comenzó a dialogar con él.
- Hola, ¿que tal? Yo soy Amanda. Cobro 60 pesos por 2 horas.
- Está bien, la plata no es problema. Mi nombre es Martín, mucho gusto (le da la mano).
En ese momento se metieron en un hotel de flores y subieron a la habitación. Ella se sentía nerviosa, algo que nunca le había pasado. No podía dejar de mirarlo a los ojos. Se dio cuenta que esa no sería una noche como las demás y que ese hombre no era como cualquier otro.
Tuvieron sexo y mientras lo abrazaba quería que él nunca la soltara. Por dentro se reprochaba el hecho de que era un cliente y no podía gustarle. Pero el sentimiento fue inevitable.
Cuando la dejó otra vez en la esquina de Yerbal y Artigas, Amanda sintió un vacío horrible porque no quería que todo terminara así. Siguieron pasando hombres, pero con ninguno fue igual que con Martín.
A la semana, el peugeot 405 volvió a aparecer y ella, sin esperar ese momento de felicidad, se subió al automóvil.
- No pensé que fueras a volver.
- Amanda, sentí algo muy fuerte la noche que estuvimos juntos. Esta vez no vine por el sexo. Me gustaría llevarte a tomar algo.
Se sentaron en un bar y charlaron durante horas. Ambos se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común y quedaron en volver a verse.
- Mañana paso por la esquina de siempre.
- Bueno dale, te espero.
Pero el auto bordó no volvió a cruzar por donde estaba Amanda. Desilusionada, decidió abandonar ese trabajo por el miedo que le daba volver a vivir una situación similar. Ahora se dedica a limpiar casas por la mitad de la plata que cobraba antes. De Martín no tuvo más noticias, sólo el recuerdo de una noche que jamás va a olvidar.